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Este importante acto, en el que uno reconoce
los propios errores e imperfecciones, absolutamente no significa ser débiles,
inútiles o no estar a la altura. Al contrario, muestra una gran fuerza, cuyos
efectos traerán conciencia justamente allí donde no la había, sanando la causa
de los errores en el lugar apropiado, en la raíz misma.
Los débiles o
mejor dicho, aquellos que así se sienten, a través de sus actos inconscientes
están dando vida a estas imaginarias debilidades. Involuntariamente, las están
alimentando, obteniendo así el resultado opuesto a lo deseado, que solamente
las refuerza y las hace más reales. Ellos deberían enfocar su atención en el
momento presente, neutralizando las incómodas emociones y los despistantes pensamientos.
Esto permitirá una evolución positiva de la situación, donde gracias a la
responsabilidad asumida y al poder retomado, sus debilidades empezarán a perder
fuerza y la autoestima de la persona crecerá, porque ella misma ha permitido la
magia de la transformación.
Al contrario, los
fuertes, reconocen sus debilidades, viéndolas como grandes oportunidades para
crecer. Este acto de reconocimiento hace que éstas no tengan poder, porque
sabiamente no se lo hemos otorgado. Así podremos enfrentarlas más fácilmente, habiéndonos
puesto en una posición jerárquica superior. Los fuertes y sabios actúan allí
donde hay necesidad, sin malgastar energía y tiempo en la periferia, yendo directamente
al núcleo central de la problemática. Gracias a su conciencia, determinación y
voluntad, pondrán remedio y orden donde no lo había, saliendo de allí con su
merecido tesoro.
Siempre existen por lo menos dos maneras de
actuar, una positiva, productiva y enriquecedora, y una negativa,
contraproducente y empobrecida. Una ve el vaso medio lleno, la luz y el fin de
las tinieblas, la otra ve el vaso medio vacío, las tinieblas que aumentan y la
luz que se aleja. Una actúa conscientemente, aceptando y entendiendo sus responsabilidades
y poderes, la otra actúa inconscientemente, sintiéndose victima de un mundo
verdugo, rechazando tanto sus responsabilidades como sus poderes, a expensas de
su bienestar y de aquellos que le rodean. Es obvio que estos son los dos polos
extremos de una misma escalera, en la que se encuentran otras miles maneras de
reaccionar, donde estos dos ingredientes principales y polares se mezclan en
cantidades diferentes, dando origen a todas las variantes posibles e
imaginables de esta misma escalera.
Hermana, atrévase a ser quien es, a recuperar
su poder personal y a utilizarlo en aquellos campos donde su corazón le diga,
porque la necesitamos, como también necesitamos que todos los demás hermanos se
despierten del sueño en el que están, para así vivir realmente. ¡Las
apariencias engañan! ¡Aquí abajo, todo está al revés!”....
gracias por su interés y atención....
no duden en compartir si les parece información útil, tenemos que ayudarnos y soportarnos entre los pocos que somos a estar interesados a lo espiritual
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